ES
Querido Randolph, ¿Te acuerdas de cuando el Chicago Cultural Center era la biblioteca pública? ¿Te acuerdas de Randolph Square al lado de la calle Randolph? ¿Te acuerdas de los stands de periódico dentro del square, o prefieres llamarle plaza, que permitían que la gente de Chicago leyera la última edición del Diario? ¡Qué raro llamarle plaza!, considerando que se encuentra al interior de un edificio. En fin, Randolph Square era el lugar a donde ir a leer las últimas noticias o sólo a ver las fotos. Imagínate los encuentros sociales, discusiones políticas y los chismes de la mafia que sucedían dentro y fuera de la plaza. Más tarde, se mudaron los libros y con ellos se fueron los stands de periódico, los chismes y las discusiones políticas. Su naturaleza empezó a cambiar. Junto con su infraestructura el edificio progresaba. Se cerró el gas y se prendieron las luces eléctricas. Cuando el domo de cristal empezó a gotear, recibió un cascarón de concreto, State of the Art. No más luz natural, a partir de ese momento todo dependería de la luz eléctrica. Los mosaicos empezaron a despegarse del piso; se discutió la idea de cubrirlo con vinil pero ganó la alfombra. Luego llegó la luz fluorescente. No recuerdo si eso fue antes o después de la alfombra; mi memoria está un poco borrosa, por lo tanto no confíes mucho en ella.
En algún momento se decidió demoler el edificio, pero como fue construido por medio de un aumento al impuesto del uno por ciento a los residentes de Chicago, los ciudadanos recordaron que el edificio les pertenecía y no lo permitieron. ¡Randolph Square cambió de nuevo! hoy le llaman “la sala de la ciudad” (living room of the city). ¡Imagínate algo íntimamente público! Se quitó la alfombra y relucieron los mosaicos; de pronto, apareció la plaza completamente desnuda con excepción de sus paredes y columnas cubiertas de mármol ¡Bastante moderno! Y al mismo tiempo algo romano, dentro de un edificio de excesos victorianos. Un montón de mesas extrañas, algunas provenientes de un bistró francés, algunas que parecen de la edad media, ocupan la plaza. No muy “sala” a excepción de los bailes que suceden el último viernes de cada mes.
El último rumor, dicen que Randolph Square ¡cambia de nuevo! Unos arquitectos quitarán la luz fluorescente de los plafones, reemplazándolas por una especie de telaraña triangular de piola de donde van a suspenderse unas esferas blancas que recuerdan a los arbotantes de gas de antaño. El sistema funciona a mano por medio de empujar y jalar. La luz y su sombra se transforman, prometiendo una sensación de cambio durante el día. Las paredes romanas de mármol se vestirán de pintura griega reconectándose con el plafón original y sus molduras. El espacio se volverá inestable, acercándose a un ideal de domesticidad en el espacio público. Existirán mecedoras que se mecerán dándole un grado de autonomía al sentado; sofás en los cuales te podrás recostar; y mesas para estar parado. Finas transgresiones tipológicas que le guiñen a algo más. Todo esto se sumará a la conversación entre el cuerpo y el objeto o, tal vez, sólo entre el mobiliario y los ciudadanos de Chicago que lo utilizarán.
Siempre tuyos,
Pedro&Juana
EN
Dear Randolph, Do you remember when the Chicago Cultural Center used to be the public library? Do you remember Randolph Square on the side of Randolph Street? Randolph Square used to be the place to go and get the latest news, or just to look at the pictures. Imagine the social encounters, political discussions, and mafia gossip that went on in and around that Square.
At some point the building was to be torn down, but since it was funded by a 1 percent tax levied on the population of Chicago, the people remembered that it was theirs. And Randolph Square transformed into something else. Today it is called “the living room of the city.” Imagine something intimately public!
The latest rumor: change again! Some architects took out the fluorescent lighting in the ceiling coffers, replacing them with a web of thick string and suspended spheres similar to the gas-lit sconces from back in the day. The system alters its shape through a manual push and pull, transforming light and shadow, promising a sensation of change throughout the day. The Roman marble walls will be dressed in Greek paint, to reconnect with the original ceiling.
The space is unstable, presenting an ideal of domesticity in the public domain. There are rockers to rock on, sofas to lie on, and tables to stand at. Slight typological transgressions that hint at something else. It all adds up to create a conversation between the body and the object, or maybe just between the furniture and the Chicagoans that use it.
Yours truly,
Pedro&Juana